lunes, 16 de mayo de 2016

QUE ESPRESA LA PINTURA

QUE ESPRESA LA PINTURA ECUATORIANA
En 1933 Moisés Sáenz escribió Sobre el indio ecuatoriano; en 1937 José de la Cuadra publicó El Montuvio Ecuatoriano; en 1943 Luis Monsalve Pozo sacó a luz El Indio: Cuestiones de su vida y de su Pasión; en 1947 Gonzalo Rubio publicó Nuestros Indios y en 1954 prologó la recopilación de la Legislación Indigenista del Ecuador, hecha por su hermano Alfredo Rubio Orbe. Además, desde 1922, Pío Jaramillo Alvarado llamó la atención del público con su libro El Indio Ecuatoriano, que ha tenido ya su cuarta edición en 1954.
Mario Barata, crítico brasilero de arte contemporáneo, ha señalado el contraste entre el criterio del artista europeo actual del americano. El artista europeo, influido principalmente por el ambiente del país, ha llevado el individualismo hasta el exceso. Para el artista actual se han convertido en mito el yo del artista, o sea que el artista es el centro del mundo y nada tiene que ver con los otros hombres, y el arte puro, es decir, el artista nada tiene que ver con la sociedad ni con la política. Al contrario, en la América latina, existe un arte social, el artista considera su profesión como servicio, a veces como propaganda de ideario político. Esta orientación ha hecho que el artista compaginara con el tema del indio en sus múltiples realidades: desde el indio como simple motivo estético, hasta el indio como problema social, que   —497→   reclama una solución de justicia, intermediando la riqueza de su folklore.
Los pintores ecuatorianos han llevado a la representación plástica la temática del indio, que, por otra parte, ha interesado a sociólogos y literatos. Basta recordar algunos libros publicados en los tres últimos decenios para comprobar que el indio ha sido objeto de estudio como realidad social ecuatoriana.
Desde el punto de vista de su especialización han escrito sobre el indio los doctores Humberto García Ortiz, Víctor Gabriel Garcés, Luis Bossano, Aníbal Buitrón, Antonio Santiana y Aquiles Pérez, etc.
De mayor trascendencia al público han sido las novelas sobre tema indigenista. Plata y Bronce de Fernando Chávez apareció en 1927. Luego, en 1934 se publicó Huasipungo de Jorge Icaza, que ha tenido un éxito inusitado de publicidad y ha puesto de moda en el ambiente el tema del indio. Han completado los aspectos de la Costa Enrique Gil Gilbert con sus novelas Junga y Nuestro Pan, José de la Cuadra con su Los Sangurimas y Demetrio Aguilera Malta con su Don Goyo y La Isla Virgen.
Dentro de este clima de preocupación indigenista no llama la atención que nuestros pintores trataran de interpretar el contenido social que encierra el indio ecuatoriano. Los mexicanos Diego Rivera y José Clemente Orozco habían introducido en el arte el realismo social, movimiento artístico relacionado íntimamente con las condiciones económicas, sociales y políticas, de que   —498→   no puede prescindir el artista. Sobre el tema «Objetivo» del indio bien podían aprovecharse de las tendencias impresionistas o cubistas para expresarlo. Aunque, en general, nuestros artistas prefirieron el expresionismo, que les ha llevado a deformar la realidad, en un afán de revelar un celo reinvindicador de la situación del indio. Pintores de la sierra y de la costa han representado, ya al indio adherido al campo interandino, ya al montuvio con su racimo de plátano, ya al pescador o al negro de la costa. En esta corriente de pintura indigenista, basta citar algunos de nuestros pintores, que de profeso o de pasada, han expresado su visión del indio. Camilo Egas fue de los primeros en introducir en el arte ecuatoriano la temática del indio. Sus cuadros iniciales de este tema decoran el friso central de la Biblioteca Jijón y Caamaño. El folklore religioso del incario está interpretado con figuras ágiles y colores vivos que entrañan pulsación de vida. En un lienzo que intituló Desolación dio una interpretación surrealista de la situación del indio en la Colonia. Últimamente expuso su visión de los indios colorados con una figuración abstracta.
Pedro León Donoso fue otro de los pintores que sintió la sugestión del tema campesino. Su Mayordomo es una representación típica, con vivo colorido, de una escena de la siega. Igual interpretación dio a la pareja que duerme su resignación en la etapa desolada dio Cangahua.
Después de León figura toda una generación de artistas que halló en el indio un motivo de reacción social. La labor de casi todos ellos coincidió con el éxito obtenido por Huasipungo. Algunos han interpretado la realidad sin mayor afán propagandista. Otros han deformado al indio para acentuar su situación de postergado social. En este sentido todos han coincidido en un expresionismo, delator de un estado de alma y de una ideología tendenciosa. José Enrique Guerrero ha pintado a los Danzantes y a los indios Colorados con una riqueza de colores y vivacidad de formas, que emergen del cuadro sin necesidad de perspectiva. Enrique Gómez Jurado ha captado la altivez del Alcalde Indio,   —499→   la escena de una Procesión Indígena y las Cabezas de indios. Bolívar Mena ha plasmado la actitud de los indios Músicos y de los vendedores de Esteras. Leonardo Tejada ha trazado acuarelas de la Familia Montuvia y de las Aguadoras. Eduardo Kingman representó el esfuerzo de Los Guandos, la danza de los Abagos y la estampa humillante del Carbonero. Diógenes Paredes captó una escena de Merienda indígena, caracterizó Los Pondos de los aguadores campesinos y destacó los efectos que El Páramo produce en los indios. Enrique Tábara ha llevado al lienzo la representación del negro y el montuvio de la Costa. Carlos Rodríguez ha caricaturizado las escenas sociales de la explotación del indio pagador de la Primicia y del abuso de la Religión en Tráfico Legal.
Pero quien ha elevado el motivo indígena a una representación de carácter intelectual ha sido Oswaldo Guayasamín. Con colores austeros y pinceladas sobrias y valientes ha trazado su Huacayñán, El Camino del llanto que ha recorrido la vida del indio ecuatoriano.
Hemos simplemente enumerado algunas manifestaciones del arte indigenista ecuatoriano, que el lector puede verificar, añadiendo muchas obras más. Por lo visto el tema es sugestivo y de actualidad. Falta abordar como asunto al Cholo, que en su mestizaje reviste característica de variado matiz social y folklórico.

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