QUE ESPRESA LA PINTURA ECUATORIANA
En 1933
Moisés Sáenz escribió Sobre el indio ecuatoriano; en 1937
José de la Cuadra publicó El Montuvio Ecuatoriano; en 1943 Luis
Monsalve Pozo sacó a luz El
Indio: Cuestiones de su vida y de su Pasión; en 1947
Gonzalo Rubio publicó Nuestros Indios y en 1954
prologó la recopilación de la Legislación Indigenista del
Ecuador, hecha por su hermano Alfredo Rubio Orbe.
Además, desde 1922, Pío Jaramillo Alvarado
llamó la atención del público con su libro
El Indio Ecuatoriano, que
ha tenido ya su cuarta edición en 1954.
Mario Barata,
crítico brasilero de arte contemporáneo, ha
señalado el contraste entre el criterio del artista europeo
actual del americano. El artista europeo, influido principalmente
por el ambiente del país, ha llevado el individualismo hasta
el exceso. Para el artista actual se han convertido en mito el
yo del artista, o sea que el
artista es el centro del mundo y nada tiene que ver con los otros
hombres, y el arte puro, es
decir, el artista nada tiene que ver con la sociedad ni con la
política. Al contrario, en la América latina, existe
un arte social, el artista considera su profesión como
servicio, a veces como propaganda de ideario político. Esta
orientación ha hecho que el artista compaginara con el tema
del indio en sus múltiples realidades: desde el indio como
simple motivo estético, hasta el indio como problema social,
que —497→
reclama una solución de justicia, intermediando la
riqueza de su folklore.
Los pintores
ecuatorianos han llevado a la representación plástica
la temática del indio, que, por otra parte, ha interesado a
sociólogos y literatos. Basta recordar algunos libros
publicados en los tres últimos decenios para comprobar que
el indio ha sido objeto de estudio como realidad social
ecuatoriana.
Desde el punto de
vista de su especialización han escrito sobre el indio los
doctores Humberto García Ortiz, Víctor Gabriel
Garcés, Luis Bossano, Aníbal Buitrón, Antonio
Santiana y Aquiles Pérez, etc.
De mayor
trascendencia al público han sido las novelas sobre tema
indigenista. Plata y Bronce
de Fernando Chávez apareció en 1927. Luego, en 1934
se publicó Huasipungo de Jorge Icaza, que ha
tenido un éxito inusitado de publicidad y ha puesto de moda
en el ambiente el tema del indio. Han completado los aspectos de la
Costa Enrique Gil Gilbert con sus novelas Junga y Nuestro Pan, José de la Cuadra
con su Los Sangurimas y
Demetrio Aguilera Malta con su Don
Goyo y La Isla
Virgen.
Dentro de este
clima de preocupación indigenista no llama la
atención que nuestros pintores trataran de interpretar el
contenido social que encierra el indio ecuatoriano. Los mexicanos
Diego Rivera y José Clemente Orozco habían
introducido en el arte el realismo social, movimiento
artístico relacionado íntimamente con las condiciones
económicas, sociales y políticas, de que
—498→
no puede prescindir el artista. Sobre el tema
«Objetivo» del indio bien podían aprovecharse de
las tendencias impresionistas o cubistas para expresarlo. Aunque,
en general, nuestros artistas prefirieron el expresionismo, que les
ha llevado a deformar la realidad, en un afán de revelar un
celo reinvindicador de la situación del indio. Pintores de
la sierra y de la costa han representado, ya al indio adherido al
campo interandino, ya al montuvio con su racimo de plátano,
ya al pescador o al negro de la costa. En esta corriente de pintura
indigenista, basta citar algunos de nuestros pintores, que de
profeso o de pasada, han expresado su visión del indio.
Camilo Egas fue de los primeros en introducir en el arte
ecuatoriano la temática del indio. Sus cuadros iniciales de
este tema decoran el friso central de la Biblioteca Jijón y
Caamaño. El folklore religioso del incario está
interpretado con figuras ágiles y colores vivos que
entrañan pulsación de vida. En un lienzo que
intituló Desolación dio una
interpretación surrealista de la situación del indio
en la Colonia. Últimamente expuso su visión de los
indios colorados con una figuración abstracta.
Pedro León
Donoso fue otro de los pintores que sintió la
sugestión del tema campesino. Su Mayordomo es una representación
típica, con vivo colorido, de una escena de la siega. Igual
interpretación dio a la pareja que duerme su
resignación en la etapa desolada dio Cangahua.
Después de
León figura toda una generación de artistas que
halló en el indio un motivo de reacción social. La
labor de casi todos ellos coincidió con el éxito
obtenido por Huasipungo.
Algunos han interpretado la realidad sin mayor afán
propagandista. Otros han deformado al indio para acentuar su
situación de postergado social. En este sentido todos han
coincidido en un expresionismo, delator de un estado de alma y de
una ideología tendenciosa. José Enrique Guerrero ha
pintado a los Danzantes y a
los indios Colorados con
una riqueza de colores y vivacidad de formas, que emergen del
cuadro sin necesidad de perspectiva. Enrique Gómez Jurado ha
captado la altivez del Alcalde
Indio, —499→
la escena de una Procesión Indígena y las
Cabezas de indios. Bolívar Mena ha plasmado la actitud de
los indios Músicos y
de los vendedores de Esteras. Leonardo Tejada ha trazado
acuarelas de la Familia
Montuvia y de las Aguadoras. Eduardo Kingman
representó el esfuerzo de Los Guandos, la danza de los
Abagos y la estampa
humillante del Carbonero.
Diógenes Paredes captó una escena de Merienda indígena,
caracterizó Los
Pondos de los aguadores campesinos y destacó los
efectos que El
Páramo produce en los indios. Enrique Tábara
ha llevado al lienzo la representación del negro y el
montuvio de la Costa. Carlos Rodríguez ha caricaturizado las
escenas sociales de la explotación del indio pagador de la
Primicia y del abuso de la
Religión en Tráfico
Legal.
Pero quien ha
elevado el motivo indígena a una representación de
carácter intelectual ha sido Oswaldo Guayasamín. Con
colores austeros y pinceladas sobrias y valientes ha trazado su
Huacayñán, El Camino
del llanto que ha recorrido la vida del indio
ecuatoriano.
Hemos simplemente
enumerado algunas manifestaciones del arte indigenista ecuatoriano,
que el lector puede verificar, añadiendo muchas obras
más. Por lo visto el tema es sugestivo y de actualidad.
Falta abordar como asunto al Cholo, que en su mestizaje reviste
característica de variado matiz social y
folklórico.
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